Nuevo y duro varapalo para Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil. Su ministro de Transportes, Alfredo Nascimento –miembro del oficialista Partido de la República (PR), heredado por Dilma de su antecesor, Lula da Silva– ha debido dimitir de su cargo tras hacerse público que altos cargos de su ministerio recibían sobornos para aprobar proyectos de construcción para el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 del 4% de los presupuestos. Tras la caída de Nascimento, las dudas y la incertidumbre planean sobre las compañías con intereses e inversiones en infraestructuras en Brasil, ya que las subastas de licitaciones han sido suspendidas durante 30 días.
La presidenta está dispuesta a luchar férreamente contra la corrupción, aunque ello pueda traerle problemas de apoyo interno en su gobierno. Mientras, la incertidumbre se ha apoderado de las grandes empresas con intereses en Brasil por las convulsiones políticas que azotan el país.