Cincuenta meretrices le señalan con el dedo pero él es más fuerte, cincuenta fiscales le acusan con sus escritos pero él es más chulo, cien trompetas le pitan en el oído izquierdo pero él es más sordo que una tapia del Palatino cuando le interesa.
Berlusconi es otro de los “friki” personajes que nos gobiernan, un poco trovador, un poco truhán, un sinvergüenza de la Ley que ha decidido ponerse del otro lado para tenerla controlada aunque las últimas noticias dicen que se puede escapar de perfil, como si fuera un personaje de un relieve del templo de Salomón. A su estilo es otro de la saga de Jesús Gil, y quién sabe si engancha con alguno de los prohombres que gobiernan España y que tienden a “berlusconizar” todo aquello que alcanzan.
El caballero tiene controlada parte de la prensa para que no canten sus miserias en “prime time” pero esta vez se le ha ido de las manos el argumento. Siempre lo podrá disfrazar de atentado a la libertad de expresión, de ataque a su persona; dirá que todo es un complot de envidia generada por el Kremlin, pero la realidad es que sus fiestas bunga-bunga han tenido más invitados que una boda real. La cuestión es decir que le persiguen por sus ideas, quizá este argumento nos suene más cercano, quizá tengamos algún caso próximo de Berlusconi a la española.
Un jeta como este tío debería ser considerado “mal de la humanidad” para evitar que termine lucrándose con sus memorias, o reconvertido en tertuliano de una TDT. Aquí, en España, seguro que le fichaban.