Buena gente

Opinión

Buena gente

Lo que quiere abolir el Parlamento Catalán es nada menos que una tradición y contra ellas no se pueden imponer las leyes puesto que las tradiciones, (como el mar), siempre encuentran su sitio. En el Parlamento se han preguntado si un estoque «duele», ¡pues claro que sí!, y también duele la vida, duele el desamor, duelen los desengaños, el hambre, la tragedia, la tristeza y el olvido. Legislen también contra la melancolía que es un estado mental que nos convierte en paraguas sin empuñadura.

Esa «buena gente» que compara a los toros con los secuestros de las FARC, o con las ablaciones de clítoris, forman parte de un amplio club de piadosas personas que están dispuestas a movilizarse por cuántas causas absurdas encuentren a su paso. Se puede estar en contra de las corridas de toros, de hecho no es obligatorio acudir a ellas, pero de ahí a prohibirlas por Ley autonómica hay un paso de disparate y de coacción. Al final se tendrán que ir los catalanes a Francia a ver los toros igual que antes se iba a Perpignan a ver películas prohibidas. Es el «ocaso del coso» con votación de por medio.

La vida es tan cruda como se refleja en una plaza de toros, no le quiten un gramo a esa costumbre milenaria, mediterránea y del todo popular. De los viejos íberos nada nos queda salvo sus representaciones de los toros, esos mismos animales reflejados en las cuevas de Altamira.

A mí la «buena gente» que nos quiere redimir me da mucho miedo, más que un estoque en la punta de la nariz.

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