Viagra segoviano

El mejor afrodisíaco ahora resulta que es la carne de cerdo y nosotros con estos miedos ancestrales al gatillazo sumidos en la ignorancia. Lo ha dicho la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que se ha revelado inesperadamente como una experta en la materia. Mucho mejor que tragarse una píldora de Viagra, que siempre es un incordio de Dios te ampare, es zamparse un cerdito a la parrilla que está riquísimo y, al parecer, además, luego da unas ganas locas de hacer el amor. Yo no lo sabía, desde luego, pero acabo de leerlo y me han entrado unas ganas locas no todavía de hacer el amor pero sí de escaparme a Segovia a comer un cochinillo recién cuarteado a cantazos con el propio plato en el restaurante de José María. La presidenta lo contó la mar de seria en una conferencia de prensa el otro día en la Casa Rosada, después de firmar un acuerdo con los criadores de porcino que escuchaban sonrientes, y además puso ejemplos personales de los que no veo razones para dudar. En el último fin de semana que la pareja alternante en el poder se tomó en Calafate, a donde suelen acudir para descansar y cuanto procede además de descansar a otras ocupaciones incluso más gratificantes, empezaron por comerse eso, un cerdito a la parrilla, y a partir de ahí todo fue, en opinión de la primera dama, maravillosamente. No especificó más detalles la presidenta, pero quienes la escuchaban entendieron el resto, y alguno hasta lo celebró batiendo palmas. Imagino que aunque la credibilidad política de los Kirchner no cotiza muy alto últimamente, la venta y consumo de carne de cerdo habrá aumentado sensiblemente en Argentina y alrededores nada más trascender los argumentos tan convincentes de la jefa del Estado. Una buena ración de cerdo, imagino que el ibérico no será menos que el porteño, y éxito seguro como postre.