En la cuestión del Sahara nunca hemos contado toda la verdad, desde la Marcha Verde hasta la fecha todo ha sido un continuo engaño. Dejamos el Sahara de una forma bastante ruin y las consecuencias las padecieron los que eran españoles, con DNI acreditativo, hasta horas antes. Y, luego, dejamos que Marruecos construyera un muro, renunciara a hacer un referéndum, y pasara por encima de los derechos humanos con total impunidad. Sí, nosotros, este país abanderado de las libertades fue capaz de consentir que se ultrajara a los habitantes de lo que había sido una provincia más durante cerca de setenta años.
Aminatu Haidar es un problema que ha creado Marruecos pero que cuenta con la complicidad de España, y ahora nos toca hacer el papelón de gendarmes de Rabat, lo cuál hasta sería simpático en caso de no gobernar en Marruecos un tirano absoluto que, además, ejerce de jefe de la oración.
Aminatu mantiene una huelga de hambre que se presenta con mala pinta y que va a obligar a que un juez ordene su alimentación de manera forzosa, porque su posible muerte sería una catástrofe personal de imprevisibles consecuencias. Lo peor es esta espera en la que Aminatu está en tierra de nadie, sin pasaporte, extranjera en España y turista para Marruecos. Su patria es el desierto del Sahara que si no fuera rico en petróleo y fosfatos estaría dejado de la mano de Alá.
Las personas, como Aminatu, le importan muy poco al rey de Marruecos. Pero ese es su problema. Perdón, (ese era su problema), ahora se ha convertido también en el nuestro.