Francia está a punto de consolidar su recuperación gracias al regreso del crecimiento económico sostenido que ya pudo atisbarse en el segundo trimestre de este año. Sin embargo, el Gobierno y su presidente, Nicolas Sarkozy, no quieren crear falsas expectativas y han descartado que la creación de empleo vaya a reactivarse en los próximos meses.
El último alto cargo en salir a la palestra para pedir paciencia a la golpeada población ha sido el primer ministro, François Fillon, un político cuya popularidad supera a la del inquilino del Elíseo y que, a pesar de las dificultades y la crisis ha conseguido mantener casi intacto su prestigio.
Fillon ha admitido que, por el momento, la economía francesa no va a tener capacidad de generar empleo. Al contrario, lo probable es que el paro continúe en aumento.
El primer ministro no quiere comprometerse con la fijación de una fecha en la que el horizonte pueda mejorar. Sin embargo, si se ha arriesgado a utilizar la misma cifra que manejan los expertos internacionales y ha declarado que para que la creación de nuevos puestos de trabajo sea una posibilidad real, el ritmo de crecimiento del PIB del país tiene que situarse como mínimo por encima del 2%, y más bien en guarismos cercanos al 2,5%.
Previsiones. Y, de momento, ambas cifras están muy lejos de las previsiones oficiales para el próximo ejercicio que barajan un anémico 0,75% en el mejor de los casos. El único aspecto positivo que parece haber en la actual situación es el hecho de que el aumento del paro que prevé el Ejecutivo francés se va a producir a una velocidad mucho menor que la que se ha registrado hasta ahora, pero la destrucción de empleo seguirá lastrando a Francia en 2010.
Además, 2009 se cerrará con unos números peores que el 9% previsto inicialmente por el Gobierno. Según las últimas estimaciones, la tasa de paro superará el 10,1% a finales del año en curso.
