La receta aplicada por Angela Merkel a la economía alemana para conseguir la recuperación se parece, peligrosamente, al modelo de crecimiento que, según los analistas, ha conducido a España a una de las peores crisis de su historia. Es simple. Basta con aprovechar el margen que concede el hecho de que el país teutón había estado al margen de los excesos inmobiliarios del resto de Europa.
Los estímulos económicos aplicados por el Gobierno al sector de la construcción son los grandes responsables del repunte de la producción industrial que se produjo en agosto, que creció un 1,7% con respecto a julio. En ese mismo período, la construcción residencial creció un 4,2%.
De hecho, la mayoría de los analistas asegura que esa vitalidad del sector será la responsable de que la economía alemana consiga cifras positivas de crecimiento en el segundo semestre del año. Lo que no evitará, según los expertos, que el conjunto del año se registre un descenso del 5%, que será la peor cifra de los últimos 60 años.
Aunque, la confirmación de las buenas expectativas no llegará hasta mañana, día en que Alemania dará a conocer las cifras de la balanza comercial del mes de agosto.
La posibilidad de que se haya producido una caída en las exportaciones es uno de los aspectos de mayor incertidumbre en las previsiones de los analistas. El dato tendrá además un morbo añadido tras las noticias publicadas sobre la posibilidad de que la gran industria del país tenga que obtener liquidez adicional para hacer frente a las posiciones de derivados que tienen en algunos mercados no regulados.
