Agridulce esa mezcla de llantos, alegrías, cerdo asado y mariachis

Cuba

Agridulce esa mezcla de llantos, alegrías, cerdo asado y mariachis

A la cumpleañera, en sus 85, la encerraron en una habitación del apartamento so pretexto de que un vecino estaba quemando basura y el humo era insoportable además de dañino.

pedroso

A la cumpleañera, en sus 85, la encerraron en una habitación del apartamento so pretexto de que un vecino estaba quemando basura y el humo era insoportable además de dañino.

Diez minutos más tarde alguien la tomó del brazo para conducirla hasta una pequeña terraza interior donde al entrar sonó un trompetazo que debió asustar a medio reparto de Alamar. Detrás del músico y sus mariachis estaba uno de sus hijos venidos en plan sorpresa desde Miami.

De puro milagro o dada la fortaleza de Elsa, la homenajeada, no hubo un desmayo emocional que parecía inminente, pero sí tantas lágrimas a coro que hasta una de las cantantes extrajo un pañuelito para deslizarlo por sus ojos y no la frente que también lo merecía por el sofocante calor.

Menuda componenda porque horas antes también había arribado su hija con igual punto de salida allá al sur de la Florida. El otro hijo, porque son tres, es el que ha quedado con ella luego de jubilarse de ese intrigante y peligroso mundo de los submarinos.

Nada de multitud en el festejo. Familiares y amigos en extremo cercanos. Las Mañanitas a toda fuerza por esos muchachos mariachis, la gente llorando, abrazándose a la pobre Elsa a punto de evitar que pudiera respirar y cubanos, al fin y al cabo, con un ojo puesto en la pierna asada y cualquier cantidad de cervezas sumergidas entre hielos.

Pasadas las emociones, al repaso familiar, a su auténtica extinción de tantos regados por este mundo por razones tan diversas como páginas de una Biblia. Y si a esto agregar que ya a esas alturas cervezas y rones correteaban por sangre entonces todo devino en peculiar parlamento sin orden alguno donde se gritaba y todos hablaban al mismo tiempo.

En una esquina de la sala, Elsa y su hermana, también venida de Miami, degustaban esos chocolates “de allá” (Twix) y tal parece no le prestaban mucha atención al frenético, alegre y crítico auditorio.

Más alto, allá por los balcones del cielo, tal vez el coronel Eduardo Fuentes, fundador del Ministerio del Interior, con una impecable hoja de servicios, se sintió muy feliz de verlos a todos reunidos junto a la única mujer en su vida.

 

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